lanacion.com | El Mundo | LA NACION con el Papa Domingo 07 de diciembre de 2014 | Publicado en edición impresa
Francisco: "Dios me da una sana dosis de inconsciencia"
El Mundo - En la primera entrevista con un medio latinoamericano, habló de la familia, los divorciados vueltos a casar, la reforma de la curia y la Argentina
Por Elisabetta Piqué | LA NACION
ROMA.- "Dios es bueno conmigo, me da una sana dosis de inconsciencia. Voy haciendo lo que tengo que hacer." "Una cosa que me dije desde el primer momento fue: «Jorge, no cambies, seguí siendo el mismo, porque cambiar a tu edad es hacer el ridículo»." Ésas son algunas de las frases que, a punto de cumplir 21 meses de pontificado, el papa Francisco pronunció en una entrevista con LA NACION en su suite de la Casa Santa Marta, el jueves por la tarde.
Relajado y de buen humor, el ex arzobispo de Buenos Aires aprovechó la primera entrevista exclusiva con un medio latinoamericano para hablar, durante 50 minutos, de todo. Conversó sobre su propia salud y sus viajes, y no evitó las definiciones acerca de los temas polémicos, como los gays, la situación de los divorciados vueltos a casar y el proceso electoral en la Argentina. Cerca de cumplir 78 años, Jorge Bergoglio tampoco eludió uno de los temas centrales de su papado y, tal vez, el más anticipado desde el propio cónclave que lo eligió, el 13 de marzo de 2013: la reforma de la curia romana, tan cuestionada durante el pontificado de Benedicto XVI. Anticipó que no estará lista el año próximo. Y agregó que, en realidad, es "la reforma espiritual, la reforma del corazón", la que más le preocupa en este momento.
Francisco admitió, además, que "falta mucho todavía" para terminar el trabajo de limpieza en el Vaticano y habló con gran naturalidad de las resistencias que enfrenta y por las que -dijo- no se siente muy preocupado.
"Las resistencias ahora se evidencian, pero para mí es un buen signo que las ventilen, que no las digan a escondidas cuando uno no está de acuerdo. Es sano ventilar las cosas, es muy sano", afirmó, desde la suite que hoy es su hogar en el Vaticano. Más allá del cansancio después de una jornada intensísima, llena de compromisos y audiencias desde temprano, Francisco, que no perdió ni el acento ni el modo porteño, se mostró accesible y hasta risueño.
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