Bergoglio criticó a los políticos que usan el poder en su provecho
Afirmó que hay un "fracaso colectivo" y responsabilizó al oficialismo y a la oposición
Mariano de Vedia
LA NACION
Ante más de 700 personas, incluidos dirigentes de diversas corrientes partidarias, el cardenal Jorge Bergoglio advirtió ayer sobre los déficits que empañan la política, que se ha convertido "en una herramienta de lucha por el poder que sirve a intereses individuales y sectoriales".
Dijo que el país está "dañado por los privilegios, por los que utilizan el poder en su provecho", al inaugurar las XIII Jornadas de Pastoral de Social, en el colegio San Cayetano, de Liniers."En este punto no hay oficialismos ni oposiciones; hay un fracaso colectivo. Este es un sayo que nos cabe a todos", afirmó el arzobispo de Buenos Aires,
Señaló, sin embargo, que el país enfrenta un escenario privilegiado "para lograr un acuerdo de desarrollo y un proyecto de país más inclusivo", y fijó dos prioridades impostergables para atender: la erradicación de la pobreza y el logro de un desarrollo integral para todos.
Atentamente siguieron a Bergoglio, en primera fila, el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, y los diputados nacionales Adrián Pérez (Coalición Cívica), Gabriela Michetti (Pro), Silvana Giudici (UCR), Graciela Camaño (Bloque Peronista), Claudio Lozano (Proyecto Sur) y Juan Carlos Dante Gullo (Frente para la Victoria). Cada uno expuso su visión sobre los desafíos frente al Bicentenario (2010-2016) y en esa perspectiva prevalecieron las críticas al Gobierno, especialmente por la persistencia de la pobreza a pesar del crecimiento del país en los últimos años.
El cardenal primado identificó el Bicentenario con "una herencia que nos pertenece y de la cual nos debemos hacer cargo, con todos sus logros e imperfecciones". Pidió "llevar adelante un proyecto de país que nos permita a todos vivir con dignidad" y dijo que "no pueden imponerse visiones decadentistas", al transmitir su disgusto por un reciente artículo de Adolfo Pérez Esquivel, en el que advertía que "la Argentina tiende a desaparecer".
"Nos encanta la fragmentación", manifestó el cardenal, antes de describir un divorcio entre la dirigencia y el pueblo. "Tenemos un déficit de política", sintetizó.
Bergoglio contrastó el momento actual con la Argentina de otros tiempos, que "llegó a construir una sociedad con movilidad social ascendente, bastante homogénea, con derechos sociales extendidos, de pleno empleo y alto consumo, con participación política electoral casi total y activa movilización". Hoy conspira contra esa realidad, dijo, la "primacía de lo individual y sectorial por encima de todo y de todos", las visiones cortoplacistas y la irrupción de la "civilización de la imagen", que reduce la política a un espectáculo.
"La política se ha desplazado de las ideas a la imagen. Las plataformas electorales no cuentan", advirtió el purpurado, y recordó que en la última campaña electoral porteña muchos candidatos no conocían la plataforma de sus propios partidos.
El cardenal recurrió a un lenguaje popular para describir los defectos de los argentinos: el "menefreguismo" (el clásico "Me lavo las manos") y la queja ("Nada nos conforma", dijo). Y animó a transitar un camino que lleve a "la cultura del encuentro, que privilegie el diálogo como método y la búsqueda de consensos".
"La Argentina de 2010 tiene demasiados pobres y excluidos, los cuente quien los contare", dijo, y puso el énfasis en el prioritario desafío de erradicar la pobreza. "No podemos admitir que se consolide una sociedad dual", señaló, y reclamó una presencia más efectiva del Estado en la cuestión social. Reclamó, asimismo, "un proyecto de desarrollo integral, en el que juega un papel central la redistribución de la riqueza que produce el conjunto social".
Bergoglio dijo que el momento actual constituye una oportunidad para identificar las cuestiones irresueltas y fijar políticas de Estado. Tomando una bandera sensible al kirchnerismo, dijo que la oportunidad es propicia para "sostener una política de derechos humanos que ayude a la construcción de una identidad basada en la memoria, la verdad y la justicia", además de "releer la historia con claves de esperanza.