alexbelmartino@fibertel.com.ar ------------- Prueba documental y auditiva de la Banda del Río Kirchner, con Fútbol y mafia judicial anexa de Juez Luis Rodríguez y otros, garantizadora de impunidad. 1) http://labandadelriok.blogspot.com.ar/ 2) http://futbolnarcotraficogobierno.blogspot.com.ar/ 3) https://www.mediafire.com/?nttfsjzgyar5jak Delitos Kirchner y socios en Audios, documentados e/ damnificados, 1222, 1240, 5b, 6c, 133, 970 a y b, 931, 1058, 1180, 1701/8; y otros mafia mafia, 5 C, 180, 171, 195, 344, 851, 854, 901, 904, 906, 940, 1208, 1310, 1314. Medios 1398 TN, 1428 Canal 26, 1293 1287 C5N, 1298, 1400, 1443. 4) YouTube 1208, 200 planes trabajar más YouTube 1363: Se cae el gobierno. YouTube 904, estás vos en el video de Gonzalo, Adrián, hacé algo, nene, dijo Florencio Randazzo.

27/4/15

TERREMOTO EN NEPAL, 3700 MUERTOS, LA PÉRDIDA DE LA HISTORIA. -------------------- Nosotros argentinos no tenemos terremotos ni fuerzas naturales que destruyan nuestra historia para eso, la tenemos a Cristina Kirchner, que eliminó de su lugar natural, la estatua de Colón y deja que se deteriore en el suelo, etc. Además de practicar negocios incompatibles con la función pública, de vender efe a los narcos para enriquecerse, de privar de libertad a inocentes que sabe tales, de mandar a su brazo ejecutor a armar causa falsa a opositores políticos.

Terremoto en Asia / Las víctimas

Devastación y pesimismo en una Katmandú hecha polvo

El Mundo - Muchos tienen miedo de dormir en sus hogares por la sucesión de réplicas; miles de casas quedaron reducidas a escombros
Por   | The New York Times

 

KATMANDÚ.- La multitud reunida en el corazón del barrio histórico de esta ciudad poco antes del amanecer de ayer observa en silencio a los soldados que bajan una camilla con un cuerpo sin vida desde una montaña de escombros. El cuerpo está boca abajo y sus manos quedaron en una extraña posición, como si estuviera vivo, aferrándose a los barrotes de la camilla como para no caerse cuando lo suban al camión que lo espera.  "Es todo muy triste", dice Sri Kitav Sangoala, un chofer de camiones de 34 años que observa junto a una pila de ladrillos, que, según las autoridades, contiene más cadáveres. "Éste es el fin para nuestro país." Geográficamente situado sobre una gran falla tectónica, Nepal está acostumbrado a los temblores. Pero el poderoso sismo de anteayer, que destrozó uno de los templos más preciados del país y se cobró la vida de 2500 personas, dejó tras de sí un nubarrón de miedo y pesimismo.

Ayer por la tarde, las calles estaban atestadas de gente que cargaba colchones y almohadas hacia cualquier espacio abierto que pudiera encontrar, incluida una plaza de armas militar que quedó transformada en una gigantesca ciudad de carpas. Todo eso debido a la convicción generalizada de que se sucederían réplicas mortales, así que muy pocos parecían dispuestos a arriesgarse a dormir bajo techo. Los sherpas, como se denomina a los habitantes de la región, cargaron sus colchones al hombro y montaron campamentos en cualquier lugar disponible al aire libre lo más lejos posible de edificios, paredes o todo aquello que pudiera caerles encima. "Todo el mundo tiene miedo", dice Samir Thapa, un guardia de seguridad de 30 años que pasó la noche en las carpas, como miles de otros vecinos. "Todos dicen que se va a repetir. Nadie quiere dormir en su casa."  La devastación que produjo el terremoto del sábado parece no tener lógica. Los ingenieros y científicos tratarán de explicar seguramente por qué de algunos edificios no quedó piedra sobre piedra y otros permanecieron indemnes a la furia del terremoto. Esa aparente aleatoriedad, esa extraña yuxtaposición de horizontalidad y verticalidad, tiene aterrada y desconcertada a la gente.

"La sensación general es de impotencia", dice el piloto Biraj Bikram Shah mientras deambula por su barrio a oscuras, a causa del corte de luz. "No podemos hacer nada." A pesar de la lluvia, el domingo durmió con su familia en el jardín de su casa. Se ve a los transeúntes hacer todo lo posible por caminar lo más lejos posible de los edificios. Avanzan por el medio de la calle, no por la vereda. Muchos habitantes siguen en shock. Iccha Gauchan, de 33 años, dice que se aferró a las paredes de su casa mientras todas las cosas volaban por el aire. Para describir el modo en que oscilaban las viviendas durante el terremoto, Iccha mueve la mano como si fuese un metrónomo. "Pensé que ya estaba muerta", dice. Durmió en la plaza de armas, y aunque su casa quedó intacta, no piensa volver por unos cuantos días. "No podría dormir de noche." Otros, aunque quisieran, no tendrían a dónde volver. Depak Lama, un vendedor callejero de 35 años, se queda mirando la pila de escombros que alguna vez fue su casa. Bajo esas ruinas están sus ahorros, su celular, su ropa, sus documentos personales y los de toda su familia. Lama dice que en los segundos previos al terremoto parecía que se hubiese levantado un fuerte viento. Las aves escapaban, despavoridas. Lama agarró a su hijo de 2 años y salió de la construcción en medio de una lluvia de ladrillos y mampostería.

Ayer, entre la pila de escombros polvorientos que alguna vez fue su hogar, Lama encontró un par de medias, páginas sueltas de un libro y un candado. Una parte de su casa quedó en pie. No así la fachada, que fue arrasada. La cocina y los dormitorios de la planta alta quedaron básicamente intactos, incluida una anticuada bolsa de agua caliente que sigue colgada en la pared y ahora es visible desde la calle. Las pilas de escombros se extienden por toda Katmandú, sobre todo en los barrios más antiguos. La escena es la misma en todas partes: vigas de madera y ladrillos rotos. En el corazón del distrito histórico, los templos más preciados del país quedaron en ruinas. Esas construcciones "eran las que hacían de Katmandú un lugar tan especial", dice Sangoala. "¡Tantos lugares históricos destruidos! Hemos perdido nuestra historia", se lamenta.
Cae la noche y los soldados siguen trepados entre los escombros de los edificios históricos en busca de más cuerpos sin vida.
Traducción de Jaime Arrambide.

PREMIO NOBEL - MARIO CANDECCHI