Sé quién soy. Sé quiénes son los que están cerca de mí, o los que buscan mis servicios, predominantemente extrajudiciales, siempre que sea posible.
Mis temores, derivan únicamente, como he manifestado repetidamente y sin ánimo de dañar o de ofender, en mi primera obra en Junio de 2006, de mi desilusión respecto del modo en que funcionan las Instituciones, y particularmente la Administración de Justicia, algo que he tenido la rica oportunidad de apreciar por mis sentidos. Y siendo honesta, cómo ofrecer a otros, un servicio en el que he dejado de confiar.
Aún siendo mayoría los jueces probos, responsables y estudiosos, nuestro vetusto, arcaico, mercuriano, laberíntico sistema judicial, debe ser reformulado. El proceso resulta ser un camino de obstáculos al ejercicio de los derechos que nos reconocen las leyes. Una oportunidad tergiversadora de hechos, dilatadora y anuladora de derechos.
La ley es un como un chicle del que todos tironean. Hay tantas interpretaciones y códigos no escritos, ni publicados, como órganos de aplicación; todo lo cual va en detrimento de los conceptos contenidos en ella, y de la seguridad jurídica. El apego al formalismo extremo, produce una deformación profesional que nos lleva a decisiones alejadas de la razón que nos distingue de otras formas de vida.
Como dije en una Carta publicada por La Nación el 30 de Septiembre de 2005: Paradójicamente el derecho penal que involucra nada menos que la libertad, resulta ser en mi opinión, uno de los ámbitos más inseguros del derecho. Todo es posible, desde que se condene sin pruebas, por jueces inquisitivos, hasta que se absuelva al culpable, por los garantistas. La suerte del justiciable depende no de sus actos, sino del Número de Sala, más que del número de Juzgado. También puede ocurrir que la Fiscalía archive la causa, por inexistencia del hecho investigado, que en realidad, nunca investigó, o no investigó por medios idóneos. En los delitos contra la propiedad, por ejemplo. En síntesis, no son pocos los inocentes condenados (en Corralito Bancario, informé sobre casos reales en trámite), tantos como los culpables absueltos. El resultado, es más cuestión de álea que de derecho. Y ésto es grave.
El Defensor Penal Nº 1, Dr H. Lagos, expresó en el mismo diario: "Por ejemplo, (refiriéndose a los tribunales orales de la Capital Federal) un tribunal interrogó a un testigo sobre su signo zodiacal; sostuvo que una audiencia sin defensor es válida, convalidado por el fiscal de cámara, y terminó apartando al defensor. "La Cámara de Casación declaró nulo todo el procedimiento. Dispuso nuevo juicio en el mismo tribunal, terminando el caso con una condena previsible a 20 años de reclusión, absolutamente injusta. "Estas arbitrariedades de la Justicia no son controladas, ni se investigan; esto hace que con más fuerza que nunca clame por el cumplimiento del mandato constitucional del juicio por jurados…”
Es cierto, desde ese punto de vista, que puede ser aconsejable el Juicio por Jurados. Pero el sistema resulta oneroso, y sin duda, en poco tiempo, la corrupción que nos caracteriza, haría de las suyas. Como aquellas personas deben mantenerse aisladas mientras dure el juicio, los políticos de siempre, de la acumulación de poder, y del escaso trabajo por el bien común, acomodarán a sus parientes y amigos, para que disfruten de estadías en Hoteles Cinco Estrellas, pagadas por el Estado.
Estamos dotados de la aptitud para modificar las realidades disvaliosas. Ello requiere un cambio, de todos y cada uno de nosotros. Somos humanos, imperfectos. No hay soluciones perfectas.
Pero debemos poner empeño en mejorar, y obligar a los que detentan el poder, a adoptar las decisiones necesarias, para hacer de éste en que vivimos, un mundo mejor y más justo.
Alejandra Belmartino
